24 viviendas sociales en Los Turruñuelos
0778-SOL-ODB.ES-2012
Architect: Sol89
Status: Competition (2012)
Visualizer: Studio
Scale: 2.160 ㎡ Medium
Types: Housing, Residential

Adaptabilidad vital del tipo. El tiempo en la casa

Si asumimos que la estructura familiar va cambiando en el tiempo de ocupación de una vivienda (persona soltera que vive y trabaja en casa – en pareja -en pareja con un hijo – en pareja con dos hijos – otra vez soltera – en pareja con un hijo emancipado…), concluiríamos que sería deseable una casa flexible, adaptable a las circunstancias del devenir vital, que permitiera adecuarla a un programa inevitablemente cambiante al que no siempre responde bien el tipo convencional de salón y tres dormitorios. Por adaptabilidad no entendemos una distribución móvil instantánea, mecanismo que se nos antoja enrevesado e incómodo en los quehaceres diarios, sino la posibilidad de que la vivienda cambie con los años al igual que cambia la vida de sus moradores.

Aspiramos a que las inevitables limitaciones dimensionales de la vivienda social se vean compensadas con una mayor adaptabilidad que permita a la vivienda existir a la medida de sus habitantes, de cambiar como cambian ellos y de asumir desde el proyecto que el tiempo también construye y determina la vida y la arquitectura. No descubrimos nada al subrayar la condición variable del hábitat humano, podríamos enumerar una serie de configuraciones posibles comunes a la mayoría de nosotros que van cambiado a lo largo de las diferentes edades de nuestra existencia.

No es difícil imaginar estadios previos y posteriores a la vida de pareja con dos o tres hijos, a la que parece estar destinada la vivienda normativa, que requieran distintas necesidades, por lo que no parece lógico ignorar estas situaciones con una configuración espacial única del hogar.
Desde la situación de pareja o único individuo que accede a la vivienda aún sin hijos y que podría preferir un estar más grande a costa de un dormitorio, a la posibilidad de vincular el tercer dormitorio al salón-estar como espacio de trabajo, pasando por la configuración tipo de pareja y dos hijos, a situaciones posteriores en la que alguno de los hijos abandona el hogar y de nuevo se prescinde de uno de los dormitorios; o momentos ulteriores en los que la pareja, de mayor edad ya, requiere de espacio donde poder guardar los enseres acumulados durante toda una vida o mantener un dormitorio para la visita de un nieto, pasando por situaciones intermedias, quizá temporales, como vivienda para una persona que vive sola y prefiere un espacio diáfano o un grupo de individuos que comparten un ámbito mayor de trabajo.

Todas ellas son situaciones que reconocemos en el devenir vital y que una vivienda contemporánea, aún con las limitaciones de la vivienda social, debería poder asumir para evitar su obsolescencia con el paso del tiempo.

Núcleo rígido y perímetro flexible

Las dimensiones de la planta definida por las alineaciones, así como la distribución de número de viviendas por planta demandada, nos refiere a una planta configurada como un torre, esto es, un núcleo de comunicaciones verticales situado en el centro de masas, rodeado de un cinturón de instalaciones y un anillo exterior diáfano y flexible asociado a la luz y a la ventilación.

La planta discurre desde la máxima densidad situada en el núcleo hasta el vacío habitable ubicado en el perímetro. Gracias a la reunión de los pequeños espacios y las instalaciones en el cinturón que delimita las bandas habitables y a la disposición de éstas en un rectángulo limpio asociado a fachada, no sería difícil imaginar que con el tiempo, los habitantes de las viviendas podrían reconfigurar su espacio vital a tenor de sus necesidades eliminando alguna partición o resituándola.

Para facilitar esta cuestión que podría determinar el éxito de la vivienda con el devenir del tiempo bastaría con ejecutar el pavimento y el techo en continuidad, sin interrupciones en la tabiquería intermedia, disponer las tomas de fuerza y comunicaciones en el perímetro y construir la particiones intermedias con tecnología seca que minimice el volumen de residuos, ruido y polvo de un eventual desmontaje para reconfigurar la casa.

Además, las bandas de instalaciones que separan en planta el núcleo de comunicación central y los cuatro espacios habitacionales de cada vivienda, funcionan a modo de cerramientos gruesos, como un límite denso normalmente desocupado, con mayor capacidad de aislamiento acústico de una vivienda respecto a las otras y al espacio común.

La fachada amueblada. El límite denso

Queremos mitigar la indiferenciación en la orientación de las viviendas que el volumen determinado por el Plan Parcial hace inevitable, para ello proponemos la construcción de un “mueble” seriado, igual para los diferentes tipos de hueco de las viviendas, que asume tres funciones: ofrecer un soleamiento matizable sea cual sea la orientación, procurando así un mayor confort y ahorro energético, posibilitar el camuflaje en ese “mueble” de las inevitables unidades de climatización que poblarían si no la fachada empobreciendo el paisaje urbano y, por último, la posibilidad de “vestir” la calle, a la manera en que los balcones barrocos y cierres de muchas ciudades andaluzas pueblan sus fachadas, ofreciendo relaciones formales con el espacio público más expresivas y de escala menor que permitan el reconocimiento y la identificación de los ciudadanos con la intervención.

Planta baja. El encuentro con lo público

Podríamos acordar que el entronque de la “torre” con el suelo es un momento crítico, así el encuentro de lo público con lo privado, por ello asumimos que la planta baja del edificio se transforma por las presiones del suelo y del espacio público. La planta de acceso es entonces una versión modificada de la planta donde un corte transversal permite el acceso y el encuentro con el espacio exterior común situado al norte, que imaginamos lugar de reunión comunitario, espacio de juego de los niños y reposo de los mayores.

Este corte reconfigura la planta manteniendo la cruz de instalaciones que se borra en los ámbitos de acceso para permitir el paso, de modo que al enfrentarnos al acceso vislumbraremos la luz del espacio exterior al otro lado del vestíbulo del edificio, evitando angustiosas sensaciones de fondo de saco y sugiriendo ese espacio de encuentro.

El espacio del vestíbulo se proyecta hacia la avenida, una rampa que permite salvar el desnivel que beneficia la privacidad de las viviendas situadas en planta baja, rompe la contundencia del cubo con un gesto de ofrecimiento que, como si de una alfombra se tratase, concilia lo privado con la geometría del viario público.

Team: María González García, Juanjo López de la Cruz | Collaborator: Miguel Rabán, Jongjin Lee | Post date: 11/02/2013 | Views: 2.420