Extensión del Museo Nacional de Escultura
1829-GBC-VLL.ES-2016
Architect: Gonzalo Basulto
Client: ETSA Valladolid
Status: Academic Project (2016)
Location: Valladolid, Spain
Coordinates: 41.657960, -4.723434
Climate: Continental, Temperate
Materials: Concrete, Metal
Environments: Old town, Urban
Visualizer: Studio
Scale: Medium
Types: Cultural, Museum

La calle. La calle como museo. La calle que hace visible la exposición de un museo olvidado en la vida de la ciudad. La calle como contexto natural e histórico de las piezas que se exponen. La calle como recuerdo del trazado histórico de la ciudad que explica el espacio urbano heredado. La calle como idea y recurso, como espacio interior y exterior, como principio y fin.

El proyecto responde a la necesidad de ampliación del actual Museo Nacional de Escultura de Valladolid en un espacio urbano de alto valor histórico y artístico. A pesar de la importancia del museo, éste no cuenta con la actividad ni la visibilidad que cabría esperar. El reto que se plantea es conseguir con el nuevo proyecto un espacio atractivo, dinámico y capaz de reforzar el valor del actual museo.

Por otro lado, la temática de las esculturas que definen el proyecto está estrechamente relacionada con la Semana Santa cuyo contexto histórico natural es el espacio urbano de la ciudad. Además, el solar mantiene la huella de una antigua calle que con su desaparición ha descontextualizado el espacio urbano e histórico de la ciudad.

Por todo ello se plantea la calle como el elemento generador del proyecto, atendiendo a las necesidades del museo de tener una mayor presencia en la ciudad, a la propia temática de las exposiciones y ell trazado urbano. Para conseguirlo se plantea una idea sencilla y potente que resuelva los problemas existentes utilizando los mínimos recursos posibles: una calle cubierta que sirva como espacio diáfano y transformable para la realización de exposiciones.

Atendiendo a la dirección y orientación como principales elementos compositivos del proyecto, se definen dos grandes muros de hormigón que delimitan el espacio de la calle y que dialogan con la multitud de medianeras y paramentos históricos de los palacios y conventos de la zona. Los testeros transversales que cierran la calle son translúcidos, para permitir la entrada de luz y focalizar la mirada. Uno de ellos, el que mira a la ciudad, adquiere la actitud de un retablo contemporáneo en el que se anuncian exposiciones y en el que se alberga una gran puerta que, abierta, consigue una continuidad real con el espacio público.

En el espacio interior todo sigue definido por la dirección y se mantiene la diafanidad mediante un nuevo recurso expositivo: un gran volumen de hormigón alberga en su interior nichos que contienen toda la colección de arte. Cada nicho está habitado por cajas que guardan todo un universo artístico. Un artilugio mecánico o puente grúa que circula por el espacio permite su traslado y su colocación en cualquier parte de la sala. Una vez sacadas de su lugar de reposo, las cajas se abren permitiendo así la contemplación de la obra. Aquellas que guardan orfebrería y objetos preciados son como cofres que se despliegan y ocupan el espacio encadenando diferentes tipos de vitrinas.

Las que contienen esculturas ofrecen cuando están abiertas desde un espacio de proyección hasta un mueble de exposición de objetos correspondientes a la obra. Y finalmente hay un tipo de caja que guarda los sentidos más próximos a la Semana Santa, custodiando sonidos, olores, sabores, texturas o imágenes. El último nivel de este gran volumen de hormigón está coronado por un excepcional espacio de lectura y estudio, situado sobre todas las obras de arte que el museo contiene y volcado sobre el espacio expositivo.

Este sistema de cajas hace mucho más dinámica la capacidad expositiva del museo, siendo fácil que en este espacio las exposiciones cambien total o parcialmente cada día, semana o mes. Por otro lado este sistema hace más viable y sencilla la salida de piezas a otros museos u otras partes de la ciudad, contribuyendo así al conocimiento de estas obras de arte fuera de las paredes de la institución que las alberga.

La cubierta del edificio está formada por un sistema constructivo de vigas de hormigón emparentadas para crear diferentes ámbitos de sombra y luz en función de las necesidades programáticas del espacio.
Todos los esfuerzos por mantener la dirección propicia de la calle son contradichos por un volumen de vidrio que atraviesa el edificio y lo conecta a modo de pasarela con los edificios ya existentes del museo. Este volumen está ocupado por los espacios administrativos del museo. La propia pasarela sobre la plaza entre el edificio histórico y la ampliación son las oficinas de dirección y administración, como metáfora de que la nueva gestión del museo se realiza desde la propia calle, desde la propia ciudad.

De este modo, gracias a una apuesta volumétrica sencilla y una idea programática fácil de adaptarse a situaciones diferentes se consigue un museo particular en el que nada queda completamente establecido y el que se da pie a muchas situaciones posibles haciendo de una mera ampliación un lugar dinámico, atractivo y útil para la ciudad que se ha esforzado en crearlo.

Post date: 11/03/2017 | Views: 5.004