La propuesta arquitectónica renuncia a la construcción de un edificio en superficie y propone ahuecar el jardín de esculturas existente para alojar el gran espacio de las exposiciones mediante un volumen enterrado.

La intervención rodeada de los árboles, excavada/esculpida en el parque, nos muestra su interior, mediante sus patios y claraboyas mostrándonos como el espacio del parque fluye hacia el interior de la tierra.

Estos patios y claraboyas permitirán la introducción de la luz natural hasta el corazón del edificio creando un espacio donde la luz a lo largo del día dotará al interior del museo de un carácter cambiante que establece una relación directa con la topografía, la masa arbórea, la calle y finalmente la ciudad.

Se accede al nuevo museo descendiendo desde el jardín en sus dos lados opuestos, mediante una suave rampa o por una escalinata hasta  llegar a la plaza que actúa de hall exterior y de terraza para el Café del Museo. Desde esta plaza exterior accederemos al hall del museo, la sala de exposiciones temporales o bien a la zona de bar y auditorio de manera independiente.

Las dos plantas inferiores que alojan las salas de exposiciones permanentes se conectan visualmente unas con otras mediante espacios a doble y triple altura consiguiendo  de esta forma un espacio complejo, con alturas que oscilan entre los 4m y los 15m, permitiendo recorridos alternativos desde donde es posible obtener diferentes puntos de vista de las obras expuestas y de la totalidad de ámbito expositivo, sin perder sin embargo la relación con el exterior que se filtra por sus patios.