El edificio tiene forma de «L», y diferencia por su uso las dos zonas principales: el templo, que ocupa uno de los lados de la «L» y las salas y viviendas que ocupan el otro lado. Ambas zonas conviven en una imagen rotunda y unitaria, capaz de aunar las dos escalas y usos diferentes en un edificio con carácter y entidad propia. Ambas zonas se unen en un atrio cubierto de acceso. El ala del templo se desarrolla principalmente en una altura, salvo el espacio de acceso que cuenta con dos alturas para contener el coro.

La primera zona, alberga los usos parroquiales de salas y despachos, donde la afluencia de gente transcurre en horarios concentrados y en numerosas ocasiones diferentes a los de culto. Los espacios para usos diversos, tales como reuniones, encuentros o cursos de catequesis, preparación al bautismo o matrimonio, encuentros de organizaciones… se distribuyen a lo largo de un pasillo-vestíbulo que está en contacto visual con la plaza de acceso al edificio.

La segunda zona alberga los espacios de culto, como son la nave principal del templo, la capilla y el presbiterio. Relacionados con estos, surgen los espacios de vestíbulo, sacristía, confesionarios, aseos, acceso a coro y el propio coro.

El acceso al edificio se hace por un atrio cubierto común a estas dos zonas, que servirá de resguardo tanto a una como a otra en los días de sol o lluvia.