En un contexto de larga tradición sobre la industria del acero, la nueva infraestructura urbana pretende ser reflejo escultórico de la relación de la transformación de la materia por el hombre.

La escultura nace de la resolución del Ascensor Urbano y de su escalera enroscada, teniendo como premisa la construcción de un itinerario y de una sucesión de espacios –miradores- a diferentes alturas, desde los cuales poder contemplar y admirar la presencia del Alto Horno, de la que atrae su “luz oscura” como diría Chillida de sus propias esculturas de acero, así como las vistas hacia la desembocadura, que nos proyecta al horizonte.

Desde un punto de vista compositivo la torre del ascensor, y su escalera necesaria, tal y como se ha explicado juega un papel ambivalente, relacionándose y al mismo tiempo alejándose de la imponente presencia del Alto horno. Sería absurdo obviar la presencia de esa pieza patrimonial tan importante en la historia contemporánea del municipio de Sestao. Por tanto la arquitectura propuesta se relaciona con las estructuras industriales en forma y expresividad, podría parecerse de hecho a un elemento auxiliar de los antiguos Altos Hornos de Bizkaia.

Pero desde otro punto de vista reivindica su carácter singular, sus acabados más domésticos, más refinados y singulares, que acercan su carácter a lo público y hablan de la lógica urbana que sigue esta nueva pieza a medio camino entre la infraestructura y un equipamiento. Este carácter singular queda reforzado por la volumetría escultórica de la escalera, que se desvincula de su aspecto como elemento residual de emergencia y se convierte en un itinerario peatonal y musealizable, tal y como se ha explicado, adoptando además el papel representativo del nuevo ascensor urbano.