No se trata de hacer un edificio, se trata de hacer un lugar. Un foro donde los jóvenes tengan su lugar, un pequeño mundo donde no sólo se imparta docencia sino que recoja la reunión, el deporte, la cultura,… Un salón urbano.

Para ello, y buscando el ejemplo de los antiguos lugares de reunión colectiva, seguimos el criterio de la multiplicidad de tamaños, de colocaciones y funciones. No existen partes principales o traseras, ni una entrada o una salida. No es un edificio.

Ese crecimiento más biológico y menos preciso, que trata de difuminar los límites también sirve de criterio para formalizar la propuesta, como aquellos antiguos pabellones de jardín, se utiliza la malla como fino y sutil elemento de protección y que puede también servir de soporte a la propia vegetación.

El programa se mezcla, para poder responder realmente a la diversidad que reside en la juventud, de modo que piezas de docencia tienen en sus cubiertas zona de juego abiertas entre los árboles con el simple velo de una malla.