Este proyecto surge en el contexto de un concurso arquitectónico convocado por el Ayuntamiento de Madrid para crear tres nuevas bibliotecas – en tres barrios diferentes que completen la red de bibliotecas de la ciudad. Nosotros proponemos actuar sobre la red de bibliotecas en lugar de hacerlo sobre lugares aislados. Actuar sobre la red como si de un organismo indivisible se tratara, en lugar de crear bibliotecas aisladas. Consolidar la red. Reinventarla. Una serie de espacios que se complementan entre sí frente a una suma de espacios repetidos. ¿Es exactamente otra biblioteca lo que necesita la red de bibliotecas de Madrid en el barrio de las Tablas?

Nosotros vamos a ponerle una guinda al pastel. Imaginamos en la Calle Candanchú un jardín secreto, oculto tras sus cuatro muros. Un paraíso contemporáneo concebido exclusivamente como un espacio donde poder leer en calma. La única manera de acceder a este espacio es utilizando el código que portan los libros prestados en cualquier biblioteca de la ciudad. El libro es la llave. No es una metáfora. Es necesario llevarlo consigo, transportarlo por la ciudad y escanear el código en la única puerta que hay en la gran tapia.

Así mismo, la única forma de localizar el lugar exacto donde se encuentra el jardín es a través del mapa que se entrega junto al libro prestado en la biblioteca de origen y que sirve al mismo tiempo como separador de páginas. Frente al ya establecido modelo de edificio público abierto y llamativo, proponemos un edificio envuelto en misterio, el cual es necesario encontrar a través de un mapa y al que solo se puede acceder llevando un libro. Erotismo frente a pornografía. La red de bibliotecas de Nueva York querrá un sitio así. Y la de Tokyo.

Se promueve el movimiento entre barrios, el intercambio vecinal. La exploración urbana. ¿Es posible imaginar un edificio público diferente, más allá del patrón de arquitectura icónica en el que parece haberse estancado la arquitectura contemporánea?