El Mercado de Abastos de Reinosa queda, tras su incendio, irreconocible en su arquitectura e irrecuperable para su uso. Después del desescombro de los restos del colapso, la herencia que recibe la ciudad se reduce a la ruina parcial de los cuatro muros perimetrales mutilados sin criterio conocido o descifrable. De esa realidad física heredada y de la memoria del edificio desaparecido, como punto de partida, nos interesa más la huella de los muros que los restos mutilados de los muros en sí; la traza urbana reconocible en el leve pero sustantivo podio sobre el que se asentaba el Mercado que la “rehabilitación” de la ruina; la oportunidad de activar el entorno urbano inmediato a través de una arquitectura abierta y optimista, que el encierro en la nostalgia de unos muros que ya no existen; la reminiscencia tectónica de la luminosidad de las cubiertas acristaladas que la estereotomía mellada y excluyente de lo que fue su perímetro.

El proyecto plantea tanto la construcción de un edificio de actividades para el ocio, la cultura y la convivencia, como persigue interpelar a su entorno inmediato de una manera directa e implicarlo en la (re)construcción de un espacio público útil y caracterizado que genere, con aquél, actividad y vida ciudadana. Ocurre tantas veces en la arquitectura tradicional de las ciudades y los pueblos del norte de España que el espacio público se sustancia en el atrio porticado de la iglesia o en los soportales de las plazas mayores, que aglutinan la actividad social al abrigo de las inclemencias del tiempo. Tanto como anexo de lo edificado, el atrio es extensión del espacio público al cobijo de la lluvia y del frío. Entendemos la propuesta como una prolongación del espacio público resguardado.

Se propone, pues, un recinto transparente que recupera la huella perimetral del antiguo mercado de abastos cuya envolvente alberga en su perímetro todas las actividades. Las esquinas de ese espacio perimetral se proyectan hacia el interior del edifico para acoger las actividades de mayor participación y, al hacerlo, expanden virtualmente el espacio público hacia el interior del edificio y construyen espacios multifuncionales de gran calidad, bien iluminados y de gran versatilidad. Se trata de un perímetro que construye ciudad.

Del antiguo Mercado se recupera su condición de plaza pública cubierta pero trasladando su actividad a su borde acristalado y transparente. Esa transparencia incorpora la ciudad a los espacios de actividad y complementa las pequeñas plazas y calles del entorno. Reinosa es una ciudad de alta montaña que nunca se colapsa por la nieve. La montaña es una presencia constante en el paisaje de la ciudad y en el carácter de sus habitantes.

Construimos una cubierta de hormigón, que es la única fachada del edificio. Es el elemento que matiza las relaciones del edificio con su entorno inmediato, tanto en lo que se refiere la escala de la actuación, como lo que tiene que ver con el nivel de protección o de exposición del edificio a las distintas orientaciones.

La cubierta adecua sus alturas y sus pliegues a las escalas del entorno, a la dimensión de los espacios que cobija, a las orientaciones; y su fisonomía siempre tiene presente las condiciones climatológicas del lugar, que obligan a acentuar las pendientes, que componen un paisaje que replica lejanamente el de las montañas que rodean la localidad.

La galería es el lugar donde ocurren los encuentros, donde se departe después de un evento. Se pretende potenciar este tipo de relación, jerarquizando los espacios de comunicación y dimensionándolos para que se conviertan en espacios de actividad vinculados al espacio urbano.

El perímetro de comunicación del edificio es el espacio para los juegos, las exposiciones, para recibir información, para la reunión y la asamblea, para la construcción y exhibición de las carrozas de San Mateo. Todo ello puede ocurrir simultáneamente y, necesariamente, a la vista de todos, con la participación de todos.