Los cuatro elementos, las cuatro estaciones, los cinco sentidos… Todo ello existe ya en la naturaleza de manera sublime, solo que a veces no somos capaces de descubrirlo. El proyecto propone un observatorio capaz de hacer perceptibles todas estas sensaciones, un condensador de sentidos que busca, recoge y ofrece para el visitante lo que de otra forma quizás se perdería.

Por ello se eleva, destacando en el paisaje, su forma rotunda supone un ancla ante la naturaleza desbordante. De esta forma, además, amplía su radio perceptivo tanto desde fuera como desde dentro. Sus horizontes son más amplios, muchas veces necesitamos ver las cosas desde un poco más arriba, desde otro punto de vista, para apreciar su valor, para que nunca nos dejen de sorprender.

El edificio se erige icono y referencia en el paisaje, y promete ya desde la lejanía una mayor comprensión de éste. Su rotundidad, con sus alzados aparentemente iguales ,aunque distintos a cada orientación, lo hace legible y lo emparenta con lo monumental y lo abstracto, alejándolo de modas y corrientes que pasan y son volátiles… El edificio tiene vocación de no tener tiempo, o mejor, de tener todo el tiempo.