Situado en el casco histórico del municipio de Castalla, el proyecto intenta unir las necesidades del programa funcional con la integración del edificio dentro del lugar del que se encuentra. Partiendo de la sección, clave para solucionar los problemas de desniveles, se plantea un espacio de transición que recorra transversalmente el edificio, salvando la diferencia de cota existente.

Este espacio se entiende sensorialmente, ya que la transición que se lleva a cabo viene guiada por pequeñas franjas de luz que indican el camino, que finaliza con una vista impactante del castillo y la ermita.

Una vez se realiza este volumen, se generan espacios semipúblicos alrededor de él, relacionados mediante escalinatas o comunicación vertical con el resto del entorno. De esa forma se crean una serie de múltiples recorridos diferentes, por los cuales se puede disfrutar el edificio de muchas maneras.

Las viviendas se plantean como rectángulos pasantes, con unas vistas hacia el exterior delimitadas y marcadas por lamas que componen la fachada en sus diferentes niveles, utilizando el movimiento de estas como recurso simbolizar la acción dentro del propio edificio.