En su primera etapa, El Bòlit ha funcionado como un centro sin edificio ni espacio de exposiciones permanente. El modelo se ha basado hasta ahora en la apropiación de espacios existentes o la utilización de infraestructuras temporales en la ciudad de Girona. Un centro de arte contemporáneo sin sede que requiere, dado su crecimiento, un espacio de representación. Adoptamos un modelo basado en la economía de medios, la inestabilidad y la catalización de actividades, de manera que la propuesta intente juntar dos elementos aparentemente contradictorios: la presencia física en el lugar y la temporalidad o adaptación a las cambiantes necesidades del momento. Habrá edificio, pero distará de ser fijo e inalterable. De esta manera se disecciona el programa, entendiendo una unidad mínima de funcionamiento, y se paquetiza el resto en unidades autónomas y flexibles, capaces de aportar un modelo de crecimiento controlado. A lo largo del tiempo diferentes agentes estarán implicados en las diferentes formalizaciones del conjunto. Aparace así el factor tiempo como controlador del crecimiento, y el concepto final del edificio busca la participación, en concordancia con la filosofía del Bòlit, que se define a sí mismo como “centro dinámico y activo, que ofrece actividades integradas y vinculadas, talleres, ciclos de conferencias, intervenciones urbanas y búsqueda de la participación de la sociedad civil desde sus inicios”.