La escuela de música se plantea como un claustro, con las aulas alrededor de un pasillo perimetral al patio, iluminando así los lugares de transición. En cambio, las aulas con luz cenital, vaciando la cubierta y filtrando la luz a través de las viguetas. El edificio también permite liberar la calle y generar un espacio intermedio entre la vía pública y el edificio, resguardado por el voladizo de las plantas superiores; donde también encontraríamos patios que permitirían la relación social al salir de clase sin tener que bajar.

La pre-existencia está planteada para la segunda fase, vaciando todos los forjados y dejando el cerramiento sin tratar, abriendo huecos desde el interior de la escuela, y utilizando este espacio como lugar para arte más experimental, de esta forma conseguimos un contraste entre espacios y funciones dentro de la misma escuela.