Comprendiendo el cementerio de Malmö como una intervención en la que los diferentes edificios se han ido construyendo de manera progresiva en el tiempo y manteniendo todos ellos su condición de piezas aisladas con identidad propia, la propuesta busca ser un elemento más en dicha intervención. Se manifiesta como un volumen silencioso y puro únicamente alterado en su cara oeste, donde se localiza la entrada. Dos pirámides invertidas serán las encargadas de generar el espacio interior, la primera crea el acceso y la segunda introduce la luz. La formalización espacial responde a la técnica constructiva del material empleado: una pieza cerámica maciza.

El sistema constructivo se remonta a la época de la Antigua Grecia y a la construcción del Tholos micénico, una técnica tradicional donde todas las piezas que conforman la propuesta trabajan a compresión. Las piezas son en este caso ladrillos macizos de arcilla cocida. Se diseñan tres piezas de distintas dimensiones donde las mas grandes configurarán el arranque de los muros y las más pequeñas rematarán la propuesta en altura. La geometría propuesta permite por tanto generalizar el empleo de las piezas cerámicas en todos los elementos arquitectónicos del edificio. De esta forma el nuevo espacio de meditación del cementerio de Malmö participa en el discuro material protagonista del entorno. El espacio interior permite al visitante deambular en la intimidad de la penumbra. La pirámide sur es la encargada de matizar las experiencias sensoriales en el interior del edificio, filtrando tanto la luz solar como el sonido del agua de lluvia a través de las aberturas de sus muros y su geometría abocinada.