El lugar privilegiado que ocupa la parcela, permite gozar de bellísimas vistas; algunas próximas, otras más lejanas y otras que terminan en el horizonte. Mirar desde allí, se convierte en una experiencia única que debemos potenciar y a la que no debemos renunciar. La villa surge  como respuesta a ese lugar sobre el que se asienta y se plantea como un recorrido a través del cual ir descubriendo ese maravilloso paisaje. Para ello, se propone invertir el orden convencional de los diferentes niveles aprovechando la marcada topografía, ocultando de este modo su volumen desde la llegada. La vivienda se dispone en sentido descendente, generando una serie de escenarios a diferentes alturas desde los que la percepción del entorno varía. El nivel de cubierta, que coincide con la cota más elevada de la parcela y por tanto con excepcionales vistas sobre el paisaje que nos rodea se transforma en un gran jardín de bienvenida que el visitante debe recorrer rodeado de elementos de agua, arboledas o pequeñas plantaciones.

Al final del camino, aparece un vacío sobre la plataforma que genera un patio excavado. Una vez abajo, la relación con el entorno se percibe de manera opuesta, nos encontramos rodeados de una plantación de frutales y la única relación con el exterior es a través del cielo. Desde uno de los lados de este patio, un puente sobre el vacío nos introduce en el interior de la vivienda, donde nos encontramos frente a la doble altura del salón que se presenta como un espacio tensionado en diagonal a través de la luz y que nos dirige de nuevo al exterior. El recorrido descendente de una rampa nos permite alcanzar el nivel de la plataforma horizontal inferior. Ahora, desde el interior de la vivienda, y protegidos bajo el voladizo del cuerpo superior podemos contemplar el horizonte lejano.