Los mercados han mantenido históricamente una estrecha relación con la ciudad, su desarrollo y morfología. Han actuado de motor económico y conformado el tejido urbano y social en todas las culturas, al aire libre una vez por semana y después en los albores del siglo XIX en arquitecturas cubiertas que ahora han evolucionado a espacios más contemporáneos de tipo social, gastronómico e incluso lúdico. Son lugares de intercambio y sociabilidad, y parte de una “ecología urbana”. El objetivo de la propuesta es, por tanto, propiciar una buena relación urbana. Mediante operaciones sencillas con los cerramientos se diluyen los límites entre el interior y el exterior, se generan espacios exteriores cubiertos, existe una gran permeabilidad. En plantas superiores se plantea un programa de distintos usos cívicos, con el máximo de flexibilidad y versatilidad. Se dotan de luz natural extendiendo los patios interiores del edificio vecino, resolviendo la integración del volumen en la manzana. La propuesta puede entenderse como una calle o plaza cubierta por un edificio flexible y versátil.