En un centro urbano bien conservado y consolidado, la situación del antiguo colegio jesuita destaca por su centralidad y su superior escala, lo que le permite disfrutar de privilegiadas vistas del castillo templario que domina la población. La propuesta hace de la austeridad jesuita un leit motiv formal y conceptual, haciendo suya la escala del monumento y no la de su entorno, más adecuada para la nueva Hospedería y su necesaria imagen. Una inserción volumétrica clara y precisa resuelve con sobriedad los diversos encuentros con un perímetro abigarrado y desigual. El proyecto distribuye los usos públicos y sociales en planta baja donde el acceso se produce a través de un jardín en fachada, espacio verde de mediación con la calle, y las habitaciones arriba, en dos piezas de dos plantas de altura.

La primera se inserta en el nivel superior del colegio, depositándose en el vacío sin cubiertas que delimitan los enormes muros, generando un esquema de doble galería. La segunda es un nuevo contenedor contemporáneo y prismático que repite el esquema anterior. Esta configuración genera una especie de claustro con variados recorridos de paseo y estancia perimetrales, que integran las estupendas galerías adosadas a la nave de la iglesia y que se completan con tres pasarelas que cruzan el gran jardín central, ofreciendo al visitante inusuales perspectivas de la iglesia y sus cubiertas y extraordinarias experiencias como tocar, sentir y deambular entre las verdes copas.