Un claro en el bosque, aquél espacio donde nos agrupamos, donde a la vez de cobijarnos y protegernos transmitimos nuestros conocimientos de generación en generación. El proyecto pretende hacer una lectura del entorno apropiándose del lugar, de su medio natural y de su trama urbana.

El conjunto coloniza el lugar a través de la geometría, una huella en planta que reconoce la heterogeneidad de direcciones que impregnan el lugar, dejando a su vez que el “Langen Erlen” acabe formando parte de la fachada propuesta para la calle Schorenweg.

Construir ciudad, tejido, a través de las edificaciones pero a la vez construir vacíos, plazas, claros, que dispongan los espacios necesarios para sus relaciones sociales y funcionales.

La propuesta procura conectar la trama existente creando dos manzanas que se relacionan con la escuela a través de tres pequeñas plazas urbanas. La escuela sirve de articulación y de punto central de dichas plazas.

El edificio residencial se dispone cerrando la manzana que limita con las calles Schorenweg y Fasanenstrasse. Reconoce y busca similitudes con la superficie que ocupan las manzanas residenciales que, todo y ser físicamente franqueables, son visualmente recintos cerrados. Se conforma mediante una volumetría lineal que encierra en sí misma, proporcionando un patio interior que se adapta al existente del sector noreste, a la vez que dos pasos en planta baja permiten la transición entre el espacio público y comunitario.

El bloque lineal reconoce una escala más colectiva que urbana y permite ventilar e iluminar los núcleos de comunicación. Tan solo cinco núcleos de comunicación vertical organizan todos los accesos.

El cambio de orientación del bloque para alinearse con la fachada del  noroeste permite generar conjuntamente con la escuela un paso público que conecta la calle Schorenweg y la Fasanenstrasse. Pero también se abre a la calle Schorenweg hacia la escuela y su acceso principal, que a modo de plaza permite el salto de la vegetación existente al otro lado, donde los bloques aislados conviven con la misma.

La escuela se dispone alineándose con la calle In den Schorenmatten. Una volumetría más compacta que encierra en sí misma los patios y lucernarios que su uso precisa para su funcionalidad pero que también permiten su estructuración interior. Su posición permite que, en contraposición a las manzanas residenciales, esté rodeado por tres plazas, tres vacíos urbanos que relacionan uso y espacio público.

Su acceso se produce a través de la plaza situada en la calle Schorenweg. Así el vestíbulo previo es la propia plaza, donde la vegetación acompaña al usuario hacia su interior.

Programa de Viviendas

En planta baja los accesos a los núcleos se producen desde el interior de la manzana y a través de los pasajes que conectan el espacio público con el comunitario. Ésta contiene viviendas a la vez que un espacio polivalente de uso comunitario que está relacionado con el patio interior.

La claridad del programa de viviendas permite asegurar una óptima solución de las mismas. La combinatoria de cuatro tipologías de viviendas estructura todas las plantas, adaptándose a los giros que el bloque conforma. Ochenta y siete viviendas de dos, tres, cuatro y cinco habitaciones da respuesta a la diversidad de necesidades de sus futuros ocupantes

La vivienda, entendida como suma de piezas del puzzle que configura la agregación, procura diagonalizar la planta de manera que se perciban sensitivamente espacios mayores. Se acumulan los espacios servidores, las cajas húmedas, junto a los espacios comunitarios y junto a los patios, garantizando el posible mantenimiento y ventilación, respectivamente.

La eficiencia energética del programa se basa en la facilidad de la agrupación de las zonas húmedas y de instalaciones de las viviendas, permitiendo la optimización de los espacios previstos de las mismas. A su vez las viviendas permiten la ventilación cruzada pues todas dan a ambas fachadas o a su núcleo central. La suma de ambos factores a la de la capacidad e inercia térmica de la fachada nos proporciona a la respuesta necesaria a la climatología de Basel.

Programa de la escuela

Como se ha dicho anteriormente la escuela es un volumen compacto de hormigón prefabricado cuyo programa común y de administración se desarrolla en planta baja y sótano. Las aulas educativas se disponen en altura, preservando así la distinción entre las zonas más públicas, y por tanto de mayor ruido de las necesarias para el estudio.

En planta baja tanto la administración del centro como el auditorio participan del espacio público adyacente a través de un vacío horizontal en fachada que a su vez sirve de acceso e iluminación.

La estructura formal permite una clara organización espacial del programa de la escuela. Pero ello no quiere decir que sus espacios no sean ricos en matices.

Dos patios interiores organizan tanto la guardería como el comedor en planta baja, permitiendo además la iluminación a través de lucernarios -dando grosor a la fachada- a la planta sótano, donde se sitúa el gimnasio.

Éste grosor de la fachada se repite a su vez en el volumen que contiene las aulas. Tres gruesos, tres crujías que contienen a su vez la luz, las circulaciones, y los núcleos verticales y baños:

– La luz que penetra a través de cada planta hasta el sótano, que intercaladamente dialoga con la de los lucernarios dispuestos en los patios.
– Las circulaciones que sirven a todas las plantas siendo a su vez un espacio de relación entre los estudiantes.
– Y los núcleos y baños que permiten la óptima solución de agrupación de todas las comunicaciones verticales, humanas y de instalaciones.

La compacidad del volumen de la escuela nos permite asegurar una óptima inercia térmica del propio edificio, a la vez que sus vacíos nos proporcionan tanto la correcta iluminación como ventilación de sus espacios interiores. Obteniendo así, un conjunto equilibrado energéticamente y organizado espacialmente.